"El baloncesto tiene que ser un juego. Los entrenadores podemos dirigir, pero nunca debemos quitar el placer de jugar". Esta fue una de las frases de Pepe Laso en la VI Sesión Monográfica de Mejora de Fundamentos Individuales para categorías de base organizada por la Escuela de Entrenadores de la FBM en colaboración con el Club Deportivo Valcude Alcobendas y el Ayuntamiento de Alcobendas. Una charla que se dividió en dos partes. En la primera, teórica, el veterano entrenador resumió su filosofía de trabajo; la segunda fue un modelo de entrenamiento de una hora marcado por la intensidad.
A sus 74 años, Pepe Laso es una leyenda del
baloncesto español. Como jugador (Real Madrid, Kas de Vitoria, selección
absoluta...) y como entrenador (Baskonia, CAI Zaragoza, Fórum
Valladolid...). Pero una leyenda en activo. Así lo demuestra su trabajo
esta temporada en la cantera del Real Canoe y, sobre todo, su labor
formativa en clínics y charlas como la del domingo en el pabellón Amaya
Valdemoro de Alcobendas.

La conferencia empezó desde la modestia. "El
entrenador tiene dos formas de ser, cuando ha ganado y cuando ha
perdido, y nada te garantiza ganar. No hay secretos. Cada entrenador se
construye y crece con lo que los jugadores le enseñan". Laso
recordó las dificultades de los técnicos de base (pocas horas de
entrenamientos, ausencias de jugadores, falta de ayudantes...) pero
instó a los asistentes a superarlas: "Se entrena con lo que hay, ¿o un profesor suspende una clase porque falten tres alumnos?"

Para desarrollar ese trabajo es imprescindible la herramienta. Laso puso el balón como eje central con una frase rotunda: "Todo entrenamiento sin balón es matar al jugador de baloncesto". Con el balón en el centro, empezando por el principio y siendo consciente de las posibilidades de cada uno: "La
primera pregunta es: ¿Qué me interesa que hagan mis jugadores desde el
primer día? Hay que valorar lo que son capaces de hacer. Lo que plantean
los grandes entrenadores no nos vale para nada porque ellos tienen a
los mejores jugadores. Nosotros tenemos que conseguir que los nuestros
jueguen lo mejor posible". Y, sobre todo en las categorías de
formación, hay que respetar el aspecto lúdico, evitar los sistemas
rígidos y los corsés tácticos: "El baloncesto tiene que ser un
juego. Los chicos se apuntan porque quieren jugar. Nosotros podemos
dirigir pero nunca quitar el placer de jugar. Si les decimos todo lo que
tienen que hacer, ¿qué queda para los jugadores? ¿cómo se divierten
entonces?". Laso comparó al entrenador con "un maestro, un profesor, que enseña a jugar. Nosotros les pedimos el esfuerzo, pero los que juegan son ellos".

A partir de ahí desarrolló su filosofía de trabajo. Como demostró más tarde en la sesión práctica, "el baloncesto es dinámico, rápido, intenso...". Un ejemplo: "Defender no es vigilar al contrario sino recuperar el balón, que es la presa deseada". Siempre el balón. "Debe ser el amigo de los jugadores, un imán para ellos. Si dominas el balón, puedes inventar constantemente".

Los entrenamientos suelen ser una sucesión de ejercicios, pero Laso les restó importancia, "porque quitan la iniciativa a los jugadores. Con tantos ejercicios a veces se pierde la creatividad y no es justo acabar con la capacidad de inventiva del jugador". La duración de cada sesión de entrenamiento es lo de menos. Lo que importa es la intensidad. Y no solo del jugador, también del entrenador. "Nosotros debemos entrenar el mismo tiempo y con la misma intensidad que ellos. Con la cabeza en el entrenamiento y siempre con las ideas claras, con una fotografía mental de cada jugador, de lo que se puede y se debe reclamar a cada uno".
Tras la teoría se pasó a la práctica con un ejemplo
de entrenamiento en el que colaboraron jugadores junior del club
Valcude Alcobendas. Una sesión intensa de principio a fin. En una
canasta o de un lado a otro de la cancha. Con pases a dos manos y a una,
con o sin bote, en ochos... y todo en continuo movimiento, siempre en
carrera. En poco más de una hora, los jugadores tuvieron ejercicios
colectivos e individuales, practicaron el bote, el pase, el tiro y
disputaron un 3x3. Con algunas normas y correcciones, pero también con
libertad para crear, y, sobre todo, sin bajar el ritmo. Como ejemplo, el
final: dos sprints a toda cancha. "Normalmente terminó las sesiones con tres, pero con estos jugadores todavía no tengo confianza", bromeó Laso, quien cerró su charla con un último consejo: "Los jugadores te siguen si pones entusiasmo. No les falléis".
